a) ¿Por qué es
necesario poner LÍMITES y establecer REGLAS?
· Los niños necesitan ser guiados por los adultos para que aprendan cómo
realizar lo que desean de la
manera más adecuada.
· Es fundamental establecer reglas para
fortalecer conductas y
lograr su crecimiento personal.
· Los límites deben basarse en las necesidades de los niños.
· Lo que se LIMITA es la CONDUCTA, no los sentimientos que la acompañan. A un niño se le puede
solicitar que no haga alguna cosa, pero nunca se le puede pedir que no sienta algo o impedirle una emoción o sentimiento.
· Los LÍMITES deben fijarse de
manera que no afecten el respeto y la
autoestima del niño. Se trata de poner límites sin que el niño se sienta humillado, ridiculizado o ignorado.
· Señale la
situación problemática empleando pocas palabras. Los sermones son poco efectivos y alteran a las personas.
· Evite calificar al niño, solamente señale el problema.
· Sea firme, pero tranquilo.
b) ¿Qué podemos hacer?
· Dedique el
tiempo suficiente... Si uno está mal para
enfrentar el día, si no se lleva bien con otros miembros, si se siente presionado o si tiene temor por el día que se avecina, los niños sentirán esta tensión.
· Cuando no se respetan los LÍMITES, debe traer consecuencias. Las cuales deben ser proporcionales, directas y, en la
medida de lo posible inmediatas a la
situación que las provoca. Las consecuencias deben ser adecuadas a la situación. Esto es, que guarden una
relación natural o lógica con la
conducta en cuestión.
· Las REGLAS deben establecerse de común
acuerdo entre padres e hijos, deben ser el producto de la discusión y el entendimiento.
· Es más fácil establecer DISCIPLINA
cuando la persona responsable de los niños realmente se siente satisfecha de estar a cargo del niño,
cuando disfruta al
compartir con ellos y
cuando es capaz de respetar la
necesidad de seguridad de ellos. La disciplina da buenos resultados
cuando los adultos son firmes, observadores y afectuosos, nunca si estos se muestran superficiales. La disciplina debe ser firme pero nunca grosera, respetuosa y no hiriente, o sea debe controlar pero nunca
lastimar al niño.
· NO queremos que los niños crean que porque deseamos ser sus amigos, ellos podrán hacer lo que deseen. No queremos tampoco que nos tengan miedo. El mundo necesita gente que tenga
coraje y que sea original, no gente TIMIDA.
· La DISCIPLINA depende en gran parte de las habilidades y de las conductas de los adultos, como
también de la
capacidad para
combinar el
afecto y el control. Esto es difícil, pues exige mucho de nosotros mismos. La buena disciplina no es solamente
castigar o
lograr que las reglas se cumplan, implica también que nos gusten los niños y que ellos se sientan aceptados y queridos por nosotros. El proveerles de reglas claras y apropiadas es sólo para su protección.
· Nuestra conducta y
actitudes afectan la
conducta de nuestros hijos. Es posible que los niños se sientan bien, pero empiezan a portarse mal si se les dirige masivamente, o se les grita, en lugar de tratarlos como seres humanos. Los niños imitan la conducta de los adultos y si el
adulto es grosero, estos
también lo serán.
· La DISCIPLINA no es sólo una palabra, una
técnica o un
conjunto de reglas. Se requiere
combinar el
afecto con el control;
además el planear y el
organizar muy bien el espacio, como también distribuir el
tiempo disponible. El manejo de los niños debe ser gentil pero con autoridad, ofreciéndoles siempre dirección y conductas apropiadas para imitar. Los niños necesitan adultos que tengan
autocontrol y en quienes ellos puedan confiar.
· Además, debemos
recordar que el tono de voz, el uso de las manos, los gestos y las acciones pueden contribuir a controlar problemas. Las palabras del adulto también pueden
ayudar al niño a
comprender sus sentimientos y los de otros.
“Recuerde el que su hijo (a) estudie o NO lo haga, es una
cuestión de REGLAS y de límites, que los padres debemos
aprender a manejar”.
c) Poner límites claros y adecuados a la capacidad del niño:
El grado de
autocontrol que tienen los niños depende, en gran medida, de la
actitud de los padres. El
autocontrol como la
tolerancia al dolor se educa. Todos hemos oído casos de niño que a muy corta edad han sido operados en tantas ocasiones que
cuando sus padres les dicen que van al
hospital cogen su osito y no muestran mayor rechazo. Con la
capacidad para
tolerar frustraciones y para auto controlar las expresiones de agrado o desagrado sucede lo mismo. Un niño puede haber aprendido que
cuando papá dice que no, esa decisión es inamovible, pero
también puede saber que se le permitirá gritar, protestar y tirarse al suelo para
mostrar frustración sin que nadie le pare los pies. El grado de
autocontrol y de
tolerancia a la frustración está muy relacionado con la
capacidad de la
familia para hacer respetar su autoridad. La
familia tiene más razones para saber que debe poner límites claros y que sean adecuados a lo que el niño puede ofrecer.
d) Principios básicos para madres y madres que desean
educar bien:
1. Nosotros somos los educadores, la
escuela o
colegio sólo complementan.
2. Educar bien es
enseñar a: conocer las propias posibilidades,
desear crecer,
aceptar nuestras limitaciones y nuestras virtudes de forma sana, es
enseñar a vivir.
3. Educar bien es
enseñar a adaptarse a todas las situaciones: buenas o malas.
4. Educar no es proporcionar experiencias buenas y asilarle de las malas. Es ayudarle a
aprender de ellas.
5. Para
educar bien no existen recetas, se aprende de experiencias concretas y luego se generaliza.
6. Educar es una toma de decisiones constante.
7. Nuestras decisiones están muy influidas por cómo hemos sido educados.
8. Ser conscientes de ello ayuda a
educar más sensatamente.
9. Educar bien a mi hijo (a), no es compensarle por loo que nosotros no hemos recibido en nuestra niñez. “Los hijos no nacen con tus carencias ni necesidades, no se las crees”.
10. Debo ser
consciente de lo que me transmitieron cuando me educaron.
11. Debo
educar en el presente con
perspectiva de futuro.
12. Una mala
actuación ahora se paga con creces en el futuro.
13. No debo angustiarme. Si no puedo, busco ayuda.
14. Para
educar bien es
necesario tener
sentido común.
15. Muchas veces necesitamos una
visión objetiva desde fuera.
16. No dudes en pedir orientación educativa aunque el problema parezca pequeño.
17. No existen los superpadres, todo el que te comente que su
relación con su hijo es perfecta, puede ser que necesite
aparentar o que no quiere ver los problemas.
18. Nada es lo mismo para un hijo que para otro.
19. Educar bien no es
buscar las mismas condiciones para todos, sino es dar a cada hijo lo que necesita. Hacerlo así no es ser injusto, ayuda a los hijos a crecer aceptando la individualidad de cada uno.
20. Educando voy a
cometer errores.
21. No hay error que no se enmiende.
22. Puedo
rectificar sin
perder la autoridad.
23. No importa lo que sucedió en el pasado, si hay problemas hay que “tomar la
situación de inmediato”.
24. Sé positivo. Dile a tu hijo lo que degusta y pon un
límite a lo que no te gusta.
25. Un niño (a) es una
antena parabólica constante. Se entera de todo, lo imita todo. El niño aprende más de lo que ve, que de lo que decimos.
26. El mayor deseo del niño es controlar el entorno.
27. En el
entorno también estamos nosotros. Controlar nuestras reacciones le fascinará, incluso aunque sea a costa de que nos enfademos con él o ella.
28. El niño necesita
libertad conducida.
29. Si nosotros no ponemos límites a su conducta, lo hará él.
30. Nunca debo mentirle. Si le enfrento a aquellas cosas que no le gustan pero que debe aceptar, le preparo para asumir la realidad.
31. Si le miento lo haré un
inmaduro (necesitará que le disfracemos las cosas para aceptarlas) y un inseguro (si no puedo
confiar en mis padres ¿en quién puedo confiar?
32. Debo explicarle las cosas (casi siempre) y de forma breve.
33. A veces los niños necesitan un “Porque yo lo digo”.
34. Levantar castigos o
encubrir los errores sólo es sobreprotección. Las personas sólo aprendemos de nuestros errores si vivimos las consecuencias de los mismos. Formamos hijos inmaduros incapaces de enfrentarse a la frustración.
35. El mayor deseo de un niño es que papá y mamá estén pendientes de él.
36. La
atención que le prestamos es nuestra mejor arma. Quién sabe cómo y
cuándo prestar atención a su hijo(a) sabe educar.
Todos estos principios se pueden
resumir en el siguiente pensamiento:
· Sé que puedes.
· Por eso te enseño y te exijo.
· Y como sé que te cuesta esfuerzo, te lo reconozco.
e) ¿Cómo aumentar las conductas positivas y eliminar las negativas?
· Tenga en
cuenta que igual que usted como padre – madre puedes
modificar la
conducta de tus hijos, éstos modifican de forma intuitiva tu propia conducta.
· Las normas deben ser claras, esta bien definidas, y se adecuadas para cada niño según la edad.
· Es importante establecer diferencias entre los hermanos. De otro modo los mayores tienen la sensación de que
crecer sólo trae consigo obligaciones y no tardarán en aparecer conductas regresivas (comportamiento infantil) y, por su parte, lo pequeños no desearán crecer, ¿para qué
perder privilegios?
· No es
injusto que un pequeño se quede, por ejemplo, sin ir a una
actividad o no pueda
recibir una bicicleta hasta tener 3 años más. De este modo deseará
crecer y hacerse mayor como su hermano. Hacerse mayor será deseable porque ser
pequeño no trae consigo todos los privilegios.
· No pida cosas que el niño o la niña no puede hacer.
· Cuando exija al niño, no actúe de forma contradictoria.
· Sea
coherente en la aplicación de las normas.
· Cuando se produzcan desacuerdos entre los padres sobre la forma de
educar a los niños, nunca se deben discutir
delante de ellos.
· Evite
centrar la
autoridad en un solo padre – madre.
· No
delegar la
autoridad en otro.
· No se desautorice nunca.
· No modifique los castigos (consecuencias) una vez anunciadas.
· No castigue con algo que no pueda cumplir.
· Acostúmbralo a pedir permiso.
· Cuando tengas que poner un castigo: no te alteres, por nada del mundo.
f) Finalmente recuerde:
Los adultos que conviven con el niño tienen que estar de
acuerdo acerca de los límites que debe tener: qué se le permite y qué se le prohíbe. Hay que ser cuidadoso con el castigo, porque si éste no se lleva a cabo adecuadamente, el niño no aprenderá lo que es bueno y malo, no fortalecerá su moral. Tal vez deje de hacer lo que se le
censura por temor, pero no por convicción. Lo importante es que el adulto ejerza su
autoridad de manera que le dé la oportunidad al niño de aprender algo de la experiencia. Ante un berrinche, por ejemplo, se lo puede ignorar, excluir al
pequeño del grupo hasta que se calme, y explicarle que esas son las consecuencias de su acción. Aprenderá a tener más
cuidado la próxima vez. Se le puede
invitar a que
participe en la reposición del daño causado, remendando el libro destruido, el
juguete quebrado, el dedo maltratado del
hermano y, por último, es importante afirmar que la
censura mediante palabras o gestos es a
menudo insuficiente para que el niño se dé cuenta de que con su
acción ha roto el
vínculo de
confianza mutua y de solidaridad al hacer algo desagradable a los otros, si existe una fuerte relación familiar.